domingo, 23 de noviembre de 2008

London

Hacer las maletas autoestopistas, ¡nos vamos a Londres!
En esta ciudad no existe el descanso porque siempre hay algo más que ver. Pero vamos a tranquilizarnos y a comenzar por el principio. Mis pasos me llevaron hasta la capital de Inglaterra porque quería descubrir con mis propios ojos las maravillas que me habían hablado de esta ciudad situada a orillas del río Támesis. Llegué una mañana plomiza -en Londres es lo más habitual-, pero después el Sol me permitió gozar del primer parque que encontré en mi camino. Antes de nada diré que los parques londinenses son terrenos interminables en los que perderte días y días, y Regent's Park no es una excepción. Este parque está situado en la zona de Camden Town, donde podemos encontrar uno de los mercados más famosos de la ciudad, y yo me atrevería a decir del mundo, sinceramente no os lo perdáis.




Mis pasos, más el bus, me llevaron poco a poco hacia las zonas más conocidas de la ciudad. ¿Qué os puedo decir? mis ojos disfrutaron tanto como el resto de mis sentidos. Me paré a tomar la foto de rigor en el inmenso teatro Royal Albert Hall, situado frente a Albert Memorial, un monumento en conmemoración del príncipe Alberto. Y a continuación, antes de acudir a los lugares más emblemáticos me di una vuelta por otro famoso mercado de London, Covent Garden Market, y por supuesto por la zona de las Cortes de Justicia. Allí, situada en el barrio de los abogados podréis visitar una joya londinense que se hizo muy conocida por "El Código Da Vinci", la pequeña iglesia templaria.



Después de lo que llevaba visto, y tras descansar y coger fuerzas, me apeteció gozar de una vista de toda la ciudad para intentar comprender el variado conjunto que forma Londres. ¿Dónde ir?, pues al London Eye, una maravillosa "noria" gigante que te muestra todo el esplendor de la capital de Inglaterra. En aquellos días recibí una llamada de teléfono de una amiga que reside en la ciudad y con la que quedé en el centro neurálgico por excelencia, Piccadilly Circus. Y ella misma me acompañó a visitar la famosísima Torre de Londres, dónde los cuervos campan a sus anchas.



En este momento decidí que tenía que descansar, todavía me quedaba mucho que ver y había que reservar fuerzas, pero hay mucho más...

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