miércoles, 29 de octubre de 2008

La parte por el todo

Después de un merecido descanso tras el intenso viaje de Andorra, mi dedo me llevó hacia otro lugar. Pero sería muy cómodo empezar a contaros desde ya dónde fuí, qué ocurrió y que se puede ver. Así que de momento, os dejo el trabajo para vosotros. Abrid bien los ojos y no falléis.





¿Sois capaces de decirme qué estamos viendo, y en que lugar se encuentra? No tenéis mucho tiempo...














domingo, 26 de octubre de 2008

Vestido de blanco

Después de quedarme dormido ante el teclado, dadas las intempestivas horas en las que me encontraba - y es que no me acordé de quitarle una hora al tiempo - me encuentro aquí de nuevo para seguir con las aventuras de mi viaje en Andorra. Recuerdo que os mostré la cara menos conocida de este pequeño país, pero dadas las fechas en que fui, no pude evitar el visitar lo que realmente atrae a los turistas: la nieve. Eso sí, antes debía equiparme para poder hacer una visita en condiciones. Botas, gafas, chaqueta, pantalones y una tabla de snowboard, y ya estaba listo para emprender una experiencia inolvidable.
Al dia siguiente me levanté y decidí acercarme a Grandvalira una de las dos grandes zonas de pistas con las que cuenta Andorra. Más de 190 kilómetros de pistas me esperaban en el que es el mayor dominio esquiable de todos los Pirineos. Los sectores de Pas de la Casa, Grau Roig i Soldeu el Tarter cuentan con una infinidad de pistas en las que disfrutar a cada palmo que recorres.



Hay que destacar el sector de Pas de la Casa, que además de sus preciosas vistas y sus increíbles pistas por dónde deslizarse, ya sea con tabla o con esquís, destaca por su gran centro neurálgico lleno de actividad para los más jóvenes, con buenas zonas para relajarse y pasar un rato agradable cuando cae la noche.


El día fue intenso, pero me dejó con ganas de más. Al dia siguiente estaba camino del otro dominio, el de Vallnord. En este caso tenía por delante casi 90 kilómetros por los que patinar encima de la nieve. Me paseé por los sectores de Pal-Arinsal y Ordino-Arcalís, y es que sus más de 60 pistas hacen las delicias de las miles de personas, entre las que me incluyo, que pasan cada año por estas estaciones para sentir sensaciones y emociones indescriptibles. Para poder disfrutar de todas y cada una de las pistas tuve que adquirir el llamado forfait, que te permite el acceso a cualquiera de los tres sectores, y todo ello a golpe de remontes y más de una veintena de telecabinas que ayudan a un mejor desplazamiento entre zonas.


Tras un duro día de adrenalina y caídas, muchas caídas, me quedaba visitar los pueblos y rincones más bonitos de este precioso lugar. Me quedé impresionado con la avenida Carlemany de Escaldes Engordany, que ya os mencioné ayer, dónde todo lo que puedas imaginar lo tienes al alcance de la mano. Pero otros lugares me esperaban en mis últimos suspiros por las calles de Andorra. Pueblos inundados de blanco, que se convertían en un paraje envidiable y en objetivos de las cámaras de los turistas. Lugares silenciosos y tranquilos, apartados del jaleo y el estrés con el que otras ciudades conviven diariamente.





















Andorra, un bonito lugar que visitar, dónde la aventura se mezcla con la tranquilidad de sus calles, y el tiempo se convierte en un aliado. Por mi parte dejo aquí mi viaje.



Eso sí, solo de momento...