domingo, 9 de noviembre de 2008

Las capitales suizas II

Mi siguiente destino fue la capital suiza: la ciudad de Berna. Este idílico lugar se halla en la lista de los patrimonios culturales mundiales de la UNESCO. De ella cabe destacar sus numerosas fuentes, fachadas de arenisca, callejones y torres históricas, que le aporta a la ciudad un aire medieval singular. La vista más bella al casco antiguo a orillas del río Aare se disfruta desde el Rosengarten (jardín de rosas), encima del Bärengraben (fosa de osos), o bien desde la plataforma de la catedral de 101 metros de altura. Los antiguos fuertes y bastiones se hallan a gran altura encima del río. Las boutiques, bares y teatros de cabaré del casco antiguo se encuentran en las bóvedas de los antiguos sótanos, y aunque pueda parecer extraño son los lugares más caros y codiciados de la zona comercial. También los pequeños cafés callejeros atraen tanto a los habitantes de la ciudad como a los turistas. A pesar del excelente sistema de transportes públicos, conviene explorar a pie el centro de Berna, lo que nos llevará a disfrutar del Ayuntamiento (Rathaus), la Catedral, la Torre del Reloj (Zytglogge) o el Palacio Federal, entre otros.















Tras mi estancia en Berna seguí mi viaje, según lo tenía previsto, hacia el norte. Mi dedo, y por supuesto mi mapa, me llevaron hasta Lucerna. Esta preciosa ciudad está ubicada ante un impresionante panorama alpino y es la puerta de entrada a la Suiza Central, a orillas del Lago de los Cuatro Cantones. La imagen de la ciudad de Lucerna se representa muchas veces por el puente medieval Kapellbrücke (o de las flores), que con sus frontones pintados es uno de los puentes techados de madera más antiguos de Europa. Otro monumento conocido de la ciudad es la muralla Museggmauer, que, con excepción de una torre, ha conservado su carácter fortificado.


Las casas históricas, adornadas de frescos, se hallan en el casco antiguo, cerrado a los coches, en plazas pintorescas como el mercado del vino (Weinmarkt). Y por supuesto no podéis abandonar la ciudad sin contemplar el famoso león moribundo, una escultura cortada en la roca en conmemoración de un suizo que murió como un héroe en 1792 en las Tullerías.



Una excursión obligatoria es el viaje a una de las montañas caseras de Lucerna, el Pilatus o Rigi, considerada la reina de las montañas, y donde se puede acceder con el tren cremallera más inclinado del mundo. Asimismo vale la pena hacer excursiones al Stanserhorn o al Bürgenstock o bien un viaje en barco de vapor por el fascinante Lago de los Cuatro Cantones.

Mis pasos me llevaron a mi último destino en la Confederación Helvética. Autoestopistas, es muy fácil llegar a Zurich a través de cualquier medio de transporte (coche, avión o tren). La capital financiera por excelencia es una metrópoli fascinante a orillas del lago. Con vista a los Alpes cubiertos de nieve en el horizonte, Zurich ofrece todo un abanico de aventuras singulares: más de 50 museos y 100 galerías de arte, marcas internacionales y marcas urbanas, la vida nocturna más variopinta y animada de Suiza, baños del lago y fluviales en pleno centro así como excursiones a la montaña casera Uetliberg.





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